Al abrazo de Córdoba
Tonos
rosas y rojos salpicando aquí y allá tus calles encaladas; esa luz que
parece que te ilumina por dentro y por fuera, y la sensación de que el
tiempo es maleable, que aún puedes cruzarte con un erudito del siglo XI y
respirar el aroma de la pacífica y enriquecedora convivencia entre
culturas.
Tú,
querida Córdoba, capital del Califato Omeya, en la que cada calle
parece conducirte a la Mezquita-Catedral, tú me has conquistado.
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